El branding es sencillo cuando crees que es un logotipo, una paleta de color, un eslogan y los tres anteriores aplicados en una publicación o en un sitio web, pero no, absolutamente no.
El branding o la gestión de marca es un camino al más allá y no es metafísica, es una construcción de comunicación maravillosa, en la que te conectas a través de hilos invisibles por medio de percepciones, expectativas, sentimientos, experiencias y relaciones con la IR (Inteligencia Real) de las enigmáticas mentes de tus consumidores.
Es un tema complejo y toma tiempo, su punto de partida está en la identidad, esa que te define como marca, y que te permite ser reconocida de forma única en cuanto a las demás, luego de esto determinas un objetivo con un qué, para qué y cómo; más un conjunto de acciones relacionadas con los valores y propósitos que deseas para el posicionamiento de la marca.
Después de esto existirá una gran obra maestra representada gráficamente en una imagen (comunicación visual) que deberá́ empezar a conversar con tus públicos.
Todo esto es mucho más que vender productos y servicios, pues el branding tiene diferentes objetivos y abarca una gran cantidad de aspectos para el éxito de la comunicación de una marca, como por ejemplo, el reconocimiento y la fidelización de clientes, generar confianza y crear valores intangibles, entre otros.
También existen varios tipos de branding, por ejemplo, encontramos el corporativo, el personal, para empleados, el co-branding y más.
Esta es una gestión interminable, es un trabajo constante que hace que tu marca se perciba y luego exista, que se mantenga viva, que sea relevante y muy atractiva; ¿En dónde?, en la mente del público que te interesa.
Aún en la era digital el branding es un acto de conexión humana de la mara con sus públicos, quienes son personas reales, que sienten y están vivas, con las que la marca crea relaciones y cultiva eso a lo que le dicen LEALTAD.
